Las horas de luz comienzan a reducirse, los días son más cortos y las noches más largas. Las hojas de los árboles toman otro color, parece que todo se detiene. Los habitantes de la tierra tenemos que adaptarnos nuevamente al cambio de estación, el equinoccio otoñal.
Las aves aprovecharon los meses cálidos de la temporada estival para reproducirse y abastecerse de alimento. Algunas especies residentes pasarán la temporada fría reduciendo su actividad diaria y utilizando las reservas que el verano proporcionó. Otras deciden marchar.
Cuando los movimientos estacionales lo marcan, la disponibilidad de alimento comienza a disminuir y no tienen lo suficiente para sus procesos reproductivos, es ahí cuando las aves deciden emprender viaje en busca de mejores condiciones climáticas. Guiadas por las estrellas, el sol o el campo magnético de la tierra, las aves migratorias realizan sus periplos cada año recorriendo diferentes rutas migratorias que incluyen paradas estratégicas para abastecerse de alimento, descansar y seguir viaje hacia su destino.
Algunas aves migran de hemisferio viajando miles de kilómetros todos los años, a veces más de quince mil kilómetros. Pasan los meses cálidos de la primavera y el verano en el hemisferio sur y migran hacia el hemisferio norte en busca nuevamente de la temporada estival. Incluso hay especies que han colonizado otros continentes.
Otras aves recorren menos kilómetros, permanecen en nuestro país en los meses cálidos y migran hacia el norte en los meses fríos, llegando algunas hasta el norte de Sudamérica. De igual modo, especies residentes de la Patagonia Argentina aparecen en el centro del país o más al norte en otoño e invierno.
A continuación, algunas especies migratorias que he logrado registrar:
Por Julieta Mangas – Técnica en Manejo, Gestión y Conservación de Biodiversidad.
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