El hogar del caracol

Feb 15, 2021 | Bioarquitectura, Tierra | 0 Comentarios

Agradezco a mi invitada de esta estación veraniega, Gilda Pairola (bioconstructora, https://elbuenvivir.net.ar/paredes-que-guardan-sol/), su aporte a estas páginas. Sé que los lectores disfrutaran asomarse a su universo, lleno de proyectos, creatividad y compromiso. La tierra nos unió, como material para crear y construir.  La intensa presencia del sol de verano, le dispara ideas a Gilda   que […]

Agradezco a mi invitada de esta estación veraniega, Gilda Pairola (bioconstructora, https://elbuenvivir.net.ar/paredes-que-guardan-sol/), su aporte a estas páginas. Sé que los lectores disfrutaran asomarse a su universo, lleno de proyectos, creatividad y compromiso.

La tierra nos unió, como material para crear y construir.  La intensa presencia del sol de verano, le dispara ideas a Gilda   que plasma en su escritura. Así aparece el diseño bioclimático, sus formas y sus técnicas constructivas, sus modos de autoconstrucción en tribu; y el pensamiento filosófico del significado del acto de habitar.

Extraigo  su mirada en la filosofía del habitar, que me inspira a escribir en esta ocasión:

La casa es el escenario de la vida de cada ser o grupo familiar en su intimidad.

Ese espacio habitado, con su materialidad y su funcionalidad es la extensión de la conciencia de la persona. Nuestra identidad se plasma en todos sus rincones.  El hogar no solo es el espacio que cubre nuestras necesidades físicas, sino también, nuestros deseos, nuestros recuerdos, nuestra imaginación.

Este hogar va mutando como muta el ser que lo habita, la casa es la cáscara de este hogar mutante. Es un espacio de rituales, de ritmos, de rutinas, de sostén, de ciclos.

Hogares diversos desde que nacemos, el primer hogar de la infancia, tal vez el único, tal vez mil hogares si pasamos por una familia algo nómade, así vamos como el caracol con nuestro propio hogar a cuesta, más que con la casita a cuesta.

La casita del caracol

Cuánto simbolismo encuentro en esa imagen del caracol: así llevamos nuestro habitar, aunque el domicilio cambie, el hogar se traslada, y viaja con los recuerdos y los retacitos de esas casitas que habitamos.

…Aún recuerdo la puerta con banderola de ingreso a la casa y almacén de ramos generales de mis abuelos, su   traba de madera que la atravesaba de lado a lado como sistema de seguridad. El crujir del piso flotante de pinotea, con la cámara de aire, donde jugábamos a las bolitas convirtiendo en “hoyito” un huequito dejado por un nudo perdido de la tabla del piso. La caminata larga hasta el baño que quedaba afuera al fondo, típico de las casas chorizo, el terror a ir de noche. Recuerdo el aljibe, siento el agua dulce, fresca, profunda, en sombra, subiendo por el balde metálico arrastrado por la cadena…

Hogar de mis abuelos, extensión de mi propio hogar.

…En mi mente aparece recurrentemente la vieja estación de trenes que se convirtió en nuestro hogar. Mi abuelo materno fue jefe de estación de trenes y nos cedió la casita de la misma. El dormitorio que compartíamos con mis hermanos daba al andén, qué nitidez ese recuerdo, el estruendo del tren pasando a toda máquina, tirando todos los juguetes de las repisas, el movimiento fugaz de la silueta de los postigos reflejándose en las paredes. Las primeras pedaleadas post-porrazo, vuelve la imagen del coche-karting convertido en chatarra al ser tragado por el tren ante un olvido en el borde del andén...

Estación de trenes en  Sarah, La Pampa

 

Muchas casas y domicilios podemos transitar a lo largo de nuestra existencia, algunas quedan indelebles en rincones a los que siempre regresamos.

Así, cada persona va creando sus espacios presentes acompañados de sus memorias antiguas, en sus jardines, sus dormitorios, sus cocinas, sus muebles.

Hoy regresa a mi jardín la enredadera de rosas, extensión de aquella enredadera de mi abuela; la madreselva que con su perfume me traslada instantáneamente a esa casita. Vuelve transformado en mueble de pinotea reciclada ese recuerdo del juego de bolitas.

El hogar es esa alquimia del habitante, sus vivencias y sus proyecciones, enmarcados por esa casa-cáscara.

HABITAR es llevar nuestro sitio propio existencial y localizarlo en esos espacios, apropiándonos, afincándonos y perdurando en ellos. Nombrado y significando cada una de sus partes.

Allí el que habita instala su espacialidad con sus modos, sus gestos, su locomoción, sus hábitos.

El espacio como objeto material de ladrillos, se esfuma y surgen los espacios de vida, de ruido, de soledad, de música, de diálogo, de vacíos plenos, y de llenos colmados.

La casa se vacía y se llena de hogar.

INVITACION: Los invito a que compartan algún recuerdo de alguna de sus casitas –hogar del pasado, y si algo de ella aparece de alguna forma en su cotidianeidad presente. Puede ser relato, foto, dibujo. Lo que quieran compartir. Gracias.

GABRIELA MELO

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