Formas de incorporar las plantas medicinales a nuestro cuerpo: tisanas, infusiones o tés.

Ago 23, 2021 | Nuestra herbolaria, Tierra | 0 Comentarios

Tradicionalmente, la gente ha utilizado la clásica toma de tisanas para extraer los principios activos de las plantas y así obtener los beneficios terapéuticos derivados de las mismas. Este procedimiento, no por antiguo, debe dejar de usarse. Por el contrario, muchos naturópatas lo consideran el ideal y no conciben otra manera de prescripción que no […]
<a href="https://elbuenvivir.net.ar/author/marinaricheri/" target="_self">Marina Richeri</a>

Marina Richeri

Bióloga, madre, agricultora y boticaria

Tradicionalmente, la gente ha utilizado la clásica toma de tisanas para extraer los principios activos de las plantas y así obtener los beneficios terapéuticos derivados de las mismas. Este procedimiento, no por antiguo, debe dejar de usarse. Por el contrario, muchos naturópatas lo consideran el ideal y no conciben otra manera de prescripción que no sea a través de la manera “original” que brinda la naturaleza. Sin embargo, quienes adopten esta técnica «casera» deben procurar conocer qué parte de la planta van a utilizar y el tiempo de exposición al agua que van a emplear, ya que en ambas circunstancias difiere enormemente si se están utilizando cortezas, hojas, tallos o flores en la preparación.

En todos los casos se recomienda primeramente lavar bien la planta o la parte que vamos a utilizar y peferir, siempre, plantas de cultivo conocido de origen agroecológico o de crecimiento natural. Luego se procede a la fragmentación o picado de la misma (no debe ser demasiado fragmentada o llevada a la consistencia de polvo) teniéndose cuidado que el jugo que se desprenda no se deseche y pueda ser incorporado al agua de infusión o maceración, según sea el caso.

La tisana (del griego ptissein: mondar cebada, en honor a Hipócrates quien señaló este método para aprovechar las bondades de la cebada) constituyó durante cientos de años el único método de utilización terapéutica de las hierbas medicinales. Inicialmente se desconocían las concentraciones que debían tener las soluciones empleadas, lo cual trajo aparejado una serie de intoxicaciones.

Medidas, concentraciones, porcentajes y cucharadas.

Normalmente para hablar de tisana terapéutica, los principios activos del vegetal deben representar entre el 2-10 % de la solución a tomar (es decir, entre 2 y 10 g de la planta desmenuzada por cada 100 partes de agua). Por debajo de ese porcentaje hablamos de aperitivos herbarios (sin función terapéutica) y por encima del mismo hablamos de preparados herbarios tóxicos, como ocurría a menudo en la Edad Media. Por lo general, las infusiones deben concentrar entre un 2 y un 5% del producto en tanto las decocciones logran llegar hasta un 7%. En tal sentido, existen recetas donde se indican en vez de cucharadas, porcentajes del producto.

Ejemplo: Infusión de manzanilla para aliviar catarros, resfríos y malas digestiones: concentración al 4% implica preparar 40 g de manzanilla por litro de agua. Luego de esa cantidad se determinarán las tazas a tomar, por lo general se recomiendan para personas adultas unas tres tazas de manzanilla por día.

El procedimiento de dosificación con cucharadas suele ser aproximado pero nunca exacto; lo importante es la cantidad o concentración del producto en el brebaje a tomar. En términos prácticos, una cucharadita de té (equivalente a 5 cc) puede contener cerca de 1 g de la planta; la de tamaño de postre (10 cc) alrededor de 2 g y la sopera (15 cc) unos 3 g. En promedio cada taza contiene alrededor de 150 cc de agua. Por lo tanto, obtendremos una tisana cercana al 1,5% (o 15 por mil) mezclando una cucharada de postre con la planta fragmentada en una taza de agua.

Las dosis recomendadas de las tisanas en general varían si se trata de adultos, niños o ancianos. En el caso de niños entre 3 y 7 años se recomienda una cuarta parte de la dosis de un adulto. Entre 7 y 14 años será la mitad de esa dosis. Las personas mayores de 70 años deberán tomar también la mitad de la dosis recomendada para un adulto. Por lo tanto si una persona de 40 años debe tomar para una determinada dolencia, 1 taza 3 veces por día, tanto un niño de 8 años como un anciano de 75 años deberán tomar media taza tres veces por día.

Hablar de tisanas es referirse prácticamente a la historia del té. La misma se remonta a épocas muy lejanas y su descubrimiento fue obra de la casualidad. El sabio chino Chi-Nung (aprox. 2.700 a.C.) mientras quemaba pequeños troncos, observó que unas cuantas hojas habían caído en una olla con agua hirviendo. A los pocos minutos sintió un agradable aroma y no dudó en probar de dicho recipiente, encontrando así una bebida rica y tonificante. Hacia el año 1600, un cronista y viajero inglés de apellido Pepys menciona en su libro de viajes por Oriente, la costumbre de algunas personas en tomar de dicho brebaje. Posiblemente este hallazgo de Pepys permitió conocer el té en Occidente y así comenzar a importarlo a través de navíos holandeses y portugueses. En el famoso «Diario de la Salud del Rey» perteneciente a los médicos de la realeza francesa, se encuentran anotadas diversas citas acerca de las recomendaciones hechas al Rey de tomar un té después de las opulentas comidas.

Infusión bien hecha.

Es el método que se vale del agua caliente para que penetre en la materia vegetal y permita extraer de la misma los principios activos. Si bien se trata de un procedimiento muy sencillo, han de tomarse algunos recaudos. Por ejemplo: El agua caliente no debe llegar al punto de ebullición ya que puede destruir el principio activo (se llega a 85-90º). El tiempo de permanencia del principio activo en el agua caliente no debe ser inferior a los dos minutos ni superar los quince. Una media de 5-10 minutos suele ser lo usual. Para un mejor aprovechamiento de los principios activos dentro del recipiente, es conveniente colocar una tapa encima de la taza, para evitar la evaporación (sobre todo en el caso de hierbas aromáticas). Las gotas que quedan adheridas en la tapa, a medida que el preparado se enfría, caen nuevamente en la taza aprovechándose así sus propiedades. Ejemplo de infusiones: caléndula, pañil, menta, cedrón, melisa, entre otras.

Decocción, sólo en algunos casos.

Es el acto de hacer hervir en agua las partes vegetales seleccionadas, entre 5-10 minutos (algunas farmacopeas según las partes y plantas que se traten aconsejan hasta 30 minutos). Aquí se suele llegar al punto de ebullición (100ºC) recomendable para reducir hasta diez veces la carga bacteriana inicial, eliminando sobretodo enterobacterias que puedan estar presentes. Si bien es justo pensar que la temperatura de ebullición puede hacer perder algunos principios activos volátiles y desnaturalizar algunas moléculas termolábiles, en verdad ocurre que la mayoría de los principios activos de las partes duras de las plantas resisten bien el calor sin desorganizarse. Al igual que con la infusión, se deberán tomar algunas consideraciones en particular: En la decocción intervienen las partes más duras de la planta: cortezas, raíces, tallos gruesos, etc. Precisamente estas son las partes de la planta ricas en lignina, sustancia que dificulta la solubilidad en agua. Cuando los componentes seleccionados están finamente machacados, bastará con una decocción de 10 minutos, caso contrario se utilizarán 20 minutos. Igual como se señaló con las infusiones, se procederá a tapar la taza durante la etapa previa al hervor. La conservación no debe sobrepasar las 12 horas si se quieren aprovechar los principios activos. La dosis usual es la de una cucharada y media de té por cada taza a tomar. Luego seü procede como con las infusiones (colar, endulzar y tomar). Plantas que se suelen utilizar con este método son carqueja, quilimbai, paramela, jengibre, cúrcuma, etc.

Existen otros métodos para preparar remedios caseros con plantas medicinales: maceración simple, destilación, decocción, exprimido, masticación, pulverización y dilución entre los principales. En las próximas entregas iremos explorando estas nuevas formas de vincularnos con las plantas.

Receta:

Té ideal para infecciones respiratorias y digestivas. Pelar un trocito de rizoma de jengibre y cortar 6 rodajas finas. Hervirlas en dos tazas de agua durante 5 minutos a fuego mínimo en jarro tapado junto a 2 o 3 clavos de olor (opcional). Apagar el fuego, agregar unas rodajas de limón o lima, tapar y tomar tibio o a temperatura ambiente. Personas adultas hasta 3 tazas por día. No tomar durante embarazo y lactancia, ni personas anticoaguladas.

Marina Richeri

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Marina Richeri

Bióloga, madre, agricultora y boticaria

Marina Richeri

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Bióloga, madre, agricultora y boticaria

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