La biodiversidad adentro nuestro.

May 22, 2022 | Nuestra herbolaria, Tierra | 0 Comentarios

La microbiota es el conjunto de microorganismos (bacterias, hongos, arqueas, virus) que habita nuestro cuerpo por dentro y por fuera. El término microbioma hace referencia a todo el hábitat, incluidos los microorganismos, sus genes y las condiciones ambientales, pero en la práctica ambos términos se usan indistintamente, confundiendo el sufijo bioma (comunidad) con el de […]
<a href="https://elbuenvivir.net.ar/author/marinaricheri/" target="_self">Marina Richeri</a>

Marina Richeri

Bióloga, madre, agricultora y boticaria

La microbiota es el conjunto de microorganismos (bacterias, hongos, arqueas, virus) que habita nuestro cuerpo por dentro y por fuera. El término microbioma hace referencia a todo el hábitat, incluidos los microorganismos, sus genes y las condiciones ambientales, pero en la práctica ambos términos se usan indistintamente, confundiendo el sufijo bioma (comunidad) con el de oma (conjunto)1. En cada una de las diferentes localizaciones de nuestro organismo podemos encontrar ecosistemas microbianos complejos. El más complejo, diverso y numeroso es el asociado al aparato digestivo, particularmente en el ciego, donde la densidad de microorganismos es la mayor que hay en nuestro organismo. Estas comunidades tienen una relación estrecha con las células eucariotas humanas, son imprescindibles para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, mantienen un importante diálogo con el sistema inmune y tienen funciones homeostáticas que condicionan nuestra salud.

Para determinar la composición de la microbiota se ha utilizado desde la antigüedad la observación sistemática del color, textura y olor de la materia fecal, luego con la microscopía la medicina apeló a los cultivos microbiológicos, pero hoy en día se sabe que la mayor parte de los microorganismos de este ecosistema no se pueden cultivar con los medios tradicionales, siendo únicamente posible su detección tras la secuenciación de ADN como huella genética. La utilización de técnicas moleculares actuales ha permitido identificar y asignar taxonómicamente a la mayoría de los microorganismos sin necesidad de cultivarlos.

Historias de vidas entreveradas.

Desde el nacimiento existe una relación simbiótica entre la microbiota y nuestras células que evoluciona en el tiempo y se adapta a los cambios del medio. Por su enorme capacidad metabólica se ha considerado a la microbiota como un «órgano» imprescindible para la vida y con influencia en la salud y la enfermedad. Su composición presenta particularidades y características propias de cada individuo, pudiendo variar en función de la base genética, la dieta y la interacción con el medio ambiente.

Nuestra microbiota experimenta cambios como consecuencia de la influencia de múltiples factores, de un modo similar a los que experimenta cualquier órgano de nuestro cuerpo desde la ontogenia a la muerte. Continuamente estamos expuestos a factores que pueden influir, aunque una de sus características es su gran capacidad de resiliencia (capacidad de adaptación frente a un agente perturbador o una situación adversa, con posterior recuperación del estado inicial cuando cesa la alteración) recuperando inmediatamente su estado natural, que se denomina con el término «eubiosis». El nivel de estos cambios viene definido no solo por la naturaleza, la fuerza y la duración de la alteración, sino también por la composición y la estabilidad de cada microbiota, asumiendo que cada una es única para cada persona. En algunas ocasiones, la naturaleza de la alteración es tan fuerte que condiciona alteraciones en su composición o en su funcionamiento, alcanzando un estado de disbiosis. La disbiosis puede producirse en cuestión de días, particularmente tras la ingesta de antibióticos, pero también puede ser consecuencia de otras acciones a más largo plazo, fundamentalmente relacionadas con la dieta o afectaciones emocionales fuertes.

En una persona adulta, el tracto gastrointestinal puede albergar entre 500 y 1.000 especies de microorganismos, siendo las bacterias de los filos Bacteroidetes (≈25%) y Firmicutes (≈60%) los mayoritarios. En menor proporción se detectan Proteobacteria, Verrucomicrobia, Fusobacteria, Cyanobacteria, Actinobacteria y Spirochaetes, las arqueas, los hongos, los protozoos, los virus y otros microorganismos.

Las principales funciones de la microbiota intestinal son prevenir la colonización por otros microorganismos patógenos, ayudar a digerir los alimentos, producir vitaminas B y K que el organismo humano no es capaz de sintetizar y, finalmente, y no menos importante, estimular al sistema inmune.

Tras el nacimiento, las células del sistema inmune carecen de estímulos, reconociendo a todos los antígenos de su alrededor como parte del organismo y bloqueando la respuesta inflamatoria contra ellos. Es por ello que los primeros contactos de la microbiota con las líneas celulares inmunológicas sin diferenciar son muy importantes y van a ayudar a definir lo que es lo «propio» de lo «extraño». Acá juega un papel clave el contacto del bebé con la tierra, los animales y otras personas. El higienismo, corriente que nace en la primera mitad del siglo XIX en respuesta al desequilibro por el hacinamiento y las terribles condiciones laborales impuestas a los obreros y a la mayor parte de las poblaciones urbanas de Europa, penetró en la medicina oficial y se desarrolló al extremo de concebir la vida natural como un peligro para la salud humana. Actualmente estamos comprendiendo la importancia de mantener vínculos con aquellos seres invisibles pero fundamentales que nos conforman y la medicina comienza a entender el peligro a largo plazo de la asepsia tras el parto y la crianza.

En este contexto el sistema y la microbiota intestinal mantienen un diálogo continuo con carácter mutualista pero si esta situación se desequilibra puede iniciarse un proceso patológico. Esta parece ser la base de ciertas enfermedades autoinmunes donde los antígenos de la microbiota intestinal representan un estímulo suficientemente grande como para desencadenar una respuesta inflamatoria. En otras enfermedades como el síndrome metabólico y la obesidad también se atribuye a la microbiota intestinal el origen del estímulo que origina una respuesta inflamatoria basal continuada.

La existencia del eje cerebro-intestino, que conecta el sistema nervioso central con la microbiota intestinal a través del nervio vago, el sistema parasimpático, los metabolitos bacterianos, que pueden tener acciones como neurotransmisores, y el sistema endocrino asociado al tracto digestivo. Así pues, además de las enfermedades que clásicamente se han relacionado con alteraciones en la microbiota, como la obesidad, la diabetes tipo II, las enfermedades inflamatorias del intestino y las alergias, últimamente también se han relacionado otras enfermedades del sistema nervioso central, como el autismo, la ansiedad, la depresión y la dependencia alcohólica.

La comunidad médica acepta hoy día que para alcanzar un estado de salud integral es necesario que nuestra microbiota, particularmente la asociada al tracto gastrointestinal, también esté sana. Los principales indicadores de salud de la microbiota son su riqueza (cantidad de microorganismos) y su biodiversidad (cantidad de especies). Los alimentos naturales sin agrotóxicos, los fermentos caseros lácteos y vegetales como el yogur, el kéfir y el chucrut son pilares de la salud intestinal. ¡Va una receta!

Aprendamos cómo hacer chucrut, una comida tradicional alemana alta en vitamina C y probióticos naturales que fomenta la salud de la microbiota. Es una receta simple que solo requiere de 2 ingredientes.

  1. Cortar el repollo en cuatro trozos y luego en tiras lo más finas posibles.
  2. Mezclar el repollo y la sal (15gr. por kilo) en un bol grande y dejar reposar durante 10 minutos.
  3. Masajear fuertemente el repollo para que se rompa su estructura celular y suelte todo el líquido durante 5 o 10 minutos.
  4. Colocar el repollo en el frasco e ir presionando con una cuchara o con los puños. Añadir el líquido que haya soltado.
  5. Cerrar el frasco y guardar el chucrut en un lugar seco y oscuro durante 4 semanas. No abrir durante ese tiempo.
  6. Una vez listo, guardar en la heladera o lugar fresco y oscuro.

Marina Richeri

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Marina Richeri

Bióloga, madre, agricultora y boticaria

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