POR GILDA PAIROLA invitada de la sección de Bioarquitectura (https://elbuenvivir.net.ar/el-hogar-del-caracol/)
El sol es fuente lumínica y calórica. Gracias al sol hay vida. A lo largo de la historia los seres humanos han sido capaces de captar, almacenar, transformar y reutilizar la energía solar. La energía del sol es salud.
La bioconstrucción aprovecha el recurso del sol a través de la aplicación de diseños bioclimáticos para las viviendas. El diseño bioclimático consiste en crear un hábitat donde se potencie el control de la temperatura de los espacios interiores integrados armónica y eficientemente con los espacios exteriores. Para lograr esto es importante tener en cuenta la orientación de la vivienda para que se aproveche al máximo la luz y el calor del sol.
La casa es el refugio para nuestra alma, para nuestro cuerpo. Cuando se piensa en el diseño de una casa natural se la piensa como si fuese nuestra propia piel. Una casa nos envuelve, nos cuida, nos protege y nos conecta con el mundo.
Podemos pensar nuestra casa como un girasol que se abre hacia el sol. Para aprovechar esta energía se colocan la mayor cantidad de aberturas orientadas hacia la zona que se corresponda con el recorrido del sol, se aplican técnicas de masa térmica como por ejemplo ladrillos crudos y se engrosan las paredes lo más posible. Por el contrario, la casa se plegará y se cerrará hacia la zona más ventosa y húmeda para protegerla de las inclemencias del tiempo a través de buenos aleros, patas de elefante e impermeabilizaciones naturales.
Un ladrillo de adobe crudo cocido al sol es más térmico que uno cocido a fuego. Una casa hecha con barro crudo absorberá el sol del día y lo guardará dentro de sus paredes, para de noche arrojar ese calor hacia adentro. Si afuera hace calor, de día nuestra casa será fresca, y de noche al bajar la temperatura sentiremos como mágicamente se eleva la temperatura como si tuviéramos un sistema de calefacción instalado en la vivienda.
Cuando un ladrillo es cocido a fuego pierde parte de su capacidad calórica, pero gana resistencia. Esto permite su comercialización e industrialización a costa de perder salud. Perjudica más aun nuestra salud el uso de ladrillos cerámicos o bloques de cemento. El cemento es una esponja que retiene humedad y libera toxinas al ambiente. Es insalubre. Muchas de las enfermedades respiratorias son originadas por habitar viviendas de cemento que se han humedecido. El cemento sella la pared y no le permite a la misma que respire.
Una casa con materiales naturales es una casa saludable porque está viva y respira. Para que respire debemos atender a que los poros de la pared no queden sellados por pinturas químicas ni otros productos que no sean naturales. Todo debe ser lo más natural desde su comienzo al fin. La bioconstrucción es una alquimia en donde se activa la tierra con agua, con el sol y con el contacto de nuestras manos.
Es hermoso ver como muchos seres humanos en conexión con estos materiales naturales van levantando sus casas, como hormiguitas, como abejas. Mujeres, hombres y niñes pisando barro, descargando sus tensiones, reconectando, en ese placer tan primario que es embarrarse, enchastrarse, jugar, como cuando de niñes hacíamos castillos en la arena en la playa. De esto se trata la sanación que produce el barro. El barro es terapéutico y absorbe nuestras toxinas.
“En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir.
El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre el niño que vivía en él y que le hará mucha falta
He edificado mi casa también como un juguete y juego en ella de la mañana a la noche.”
Pablo Neruda “Confieso que he vivido”
Pensar la construcción de la casa como un juego es desmitificar que tener la casa propia es imposible, difícil, estresante y costoso.
Para construir una vivienda con materiales naturales, además de dominar ciertas técnicas básicas, se necesita comprender la “filosofía del habitar”. El filósofo alemán Martín Heidegger, explica que la palabra del alto alemán antiguo correspondiente a construir: «buan» significa habitar, y ésta es la manera según la cual los hombres somos en la tierra. Ser hombre significa: estar en la tierra como mortal, significa habitar. La antigua palabra «bauen» nos indica que el hombre es, en la medida en que habita. El construir como el habitar (es decir, estar en la tierra para la experiencia cotidiana del ser humano) es desde siempre, lo “habitual”. El habitar es un rasgo fundamental del ser del hombre. Así el construir como habitar se despliega en el construir que cuida el crecimiento del ser, y en el construir levantando edificios. El hombre no es un sujeto frente al mundo de objetos, sino que es un ser en el mundo.
El beneficio ecológico de este tipo de construcción radica en que si consideramos el ciclo completo de los elementos utilizados en una construcción tradicional vemos que los materiales industrializados/modernos se convierten en basura, mientras los materiales naturales/tradicionales vuelven a la tierra sin mayores perjuicios.
“La tierra es el material de construcción natural más importante y abundante en la mayoría de las regiones del mundo. Ésta se obtiene frecuentemente de forma directa en el sitio cuando se excavan los cimientos. En los países industrializados, la desmedida explotación de los recursos naturales y los sistemas de producción centralizados intensivos en capital y energía, no sólo generan desperdicios sino que contaminan el medio ambiente, incrementando el desempleo. En esos países, la tierra ha resurgido como material de construcción. El camino de las construcciones livianas en tierra, es el camino del ahorro de materiales, del ahorro de energía y la protección del medio ambiente, es decir, el de las construcciones ecológicas”.
Gernot Minke.
Paradójicamente, el barro en nuestra cultura suele estar asociado a la pobreza urbana o rural, y el material en sí mismo es desvalorizado; sin embargo, la toma de conciencia de preservar el planeta ha provocado que actualmente se extienda por países del primer mundo el consenso para desarrollar urbanizaciones ecológicas y se vuelva a mirar el origen.
El grupo de bioconstrucción Embarriando que tiene su sede en la Comarca Andina está formado por un conjunto de mujeres que vivieron la experiencia de autoconstruirse sus viviendas con pocos recursos recurriendo a materiales naturales de la zona. En la actualidad se propone hacer accesible económicamente la vivienda para básicamente contribuir a reducir la pobreza. Si bien el término “pobreza” tiene muchos significados, es aceptable definirlo como “la situación de aquellos hogares que no logran reunir, en forma relativamente estable, los recursos necesarios para satisfacer las necesidades básicas de sus miembros (…)” (CEPAL/DGEC, 1988a).
Este grupo de trabajo fomenta la autoconstrucción desde la base del empoderamiento y es una potente herramienta para la transformación interior. Una vez que varios individuos toman contacto con su propio potencial de acción individual y se reconocen como sujetos de derechos y de acción, se pasa a una etapa en donde el empoderamiento social cobra fortaleza.
Así, se gestan grupos “semilleros” de transformación social en sus hogares, sus barrios y su comunidad. Estos grupos semilleros generadores de cambios tienen la característica de trabajar en común para la resolución de problemas, y la inclusión social, a través de la autogestión creativa y la sinergia.
Cuando una mujer, se levanta por si misma con la decisión de construir su propia vivienda, sus hij@s la siguen, y la toman como ejemplo , asi como muchas mujeres del barrio que comienzan a imitarla.
GILDA PAIROLA:
CEL. 54 9 294 493-7579
https://www.facebook.com/gilda.pairola
0 comentarios