El yin yoga viene a complementar y completar otros estilos de prácticas o actividades físicas que denominamos yang en la que se busca ejercitar los tejidos del cuerpo que fomentan la energía del calor, el movimiento y la fuerza. Las prácticas yang son aquellas que promueven principalmente la activación muscular en dinamismo.
En la práctica del yin yoga buscamos la quietud, la calma y el estímulo de tejidos conectivos profundos como es la fascia, los ligamentos, tendones y huesos.
Asimismo, la forma en que ejercitamos esta práctica de yoga nos lleva a la meditación profunda y a la relajación, promoviendo la conexión con la energía del cuerpo sutil mediante los sistemas de chakras, meridianos, 5 elementos y sistema de órganos de la medicina tradicional china.
Las asanas o posturas se realizan en quietud y permanencia por tiempos prolongados que pueden variar de 3 a 5 minutos, hasta incluso 20 o más en practicantes avanzados. Uno de los beneficios de la práctica es que activa el sistema nervioso parasimpático que ayuda a calmar, metabolizar y restablecer las funciones orgánicas del cuerpo.
La naturaleza del yin es fría y se vincula al elemento agua, que simbólicamente representa nuestras emociones. Es por eso que a esta práctica se la denomina también como una práctica emocional/espiritual.
Sus fundamentos se enraízan en la filosofía del Taoísmo y el Tantra. De aquí que el yin deviene del tao (China) y el yoga (Tantra) de India.
El yin yoga colabora a restablecer la homeostasis del cuerpo físico, mental y emocional a través de la práctica en la que vamos encontrando la propia guía, voz interior que se expresa en y a través del cuerpo.
En su aspecto estacional, el yin yoga busca potenciar la salud de los órganos internos predominantes en cada estación. Las asanas o posturas propician el flujo de energía sin obstáculos a través de los meridianos correspondientes.
Como parte de la naturaleza, los humanos tenemos que prepararnos para cada cambio de estación. En esta época otoñal donde la luz es más débil, la temperatura ha bajado y los árboles cambian de color y sus hojas caen después de haber transitado el periodo más yang del año y de mayor actividad, la naturaleza se está preparando para entrar en un nuevo ciclo, un ciclo más yin, de descanso.
Debemos conservar los beneficios del verano, almacenarlos y soltar lo que es innecesario, lo que no nos sirve, tal y como hacen los árboles soltando sus hojas. A medida que el clima se vuelve más frío comenzamos a llevar la energía hacia adentro, lo que nos da tiempo para detenernos, reflexionar, evaluar y procesar lo que nos ha dado la temporada de crecimiento del verano.
Para acompañar este tránsito otoñal les comparto esta secuencia de yin yoga:
Según la medicina tradicional china en el otoño predominan los siguientes aspectos:
Elemento: Metal.
Emoción: Tristeza.
Órgano yin: Pulmones.
Órgano yang: Intestino grueso.
Esta secuencia está diseñada para estimular meridianos de pulmones e intestino grueso.
Recomendaciones para la práctica:
Sí nunca practicaste yin yoga, éstos son los tres principios a tener en cuenta:
– No vayas al 100% de tus posibilidades en la postura, comenzá suave y lento en un 30 -40% de tus posibilidades, el cuerpo lentamente irá cediendo sólo.
– Una vez qué entres a la postura, permanece en quietud. Sólo movete cuando sientas que tu cuerpo te invita a profundizar.
– Permanecé ahí, aunque se vuelva incómodo.
Los beneficios tanto físicos cómo energéticos y emocionales de esta práctica radican en el tiempo de permanencia.
Entre postura y postura toma un descanso de un minuto, en la postura de la estrella (boca arriba, los brazos y piernas están separados).
¡Que disfrutes tu práctica!
Profesora: Gabriela Morantes.
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