Pepe Pugni, profesional de la imagen comodorense, está detrás de una intensa búsqueda: hallar a tres niñas protagonistas de una foto, que plasmó hace tres décadas.
Por Marcelo Melo
«Sueño o ilusión que es producto de la imaginación y que se anhela o se persigue, pese a ser muy improbable que se realice”, esta es la definición de quimera que nos entregan los diccionarios. Quien se halla circundado por ella, lo acompaña en las acciones que encara en cada jornada, es el fotógrafo local Pepe Pugni. ¡Y vaya que es ardua la tarea!
Hace alrededor de 30 años en medio de una competición de carrovelismo que se desarrollaba en la playa de Rada Tilly, atrapó un instante de tres niñas que ni prestaban atención a las naves compitiendo, sino que estaban concentradas en realizar montajes en la arena.
Una moldeaba un castillo, otra daba forma a una mano, en tanto la tercera se concentraba en un corazón.
Iniciamos citando la definición de “quimera”, al querer unir tal instante de su historia profesional con el presente, a través de ese momento atrapado en celuloide. Es que Pepe tendió un puente.
Hace un tiempo cercano, en su imaginario, emergió una idea acompañada de un profundo deseo: hallar a esas tres niñas, hoy ya adultas, rondando las cuatro décadas de vida , poder llevarlas al mismo sitio de la playa radatilense, con el fin de recrear el montaje de las acciones que realizaron cuando eran pequeñas: el castillo, la mano y el corazón de arena. Quizá así, tiendan un puente con la coyuntura actual, entrando al túnel del tiempo, descendiendo al pasado y volviendo a hacer lo mismo que estaban haciendo en aquella oportunidad, en que las sorprendió la cámara de Pugni.
“Miro la imagen en cuestión, la fotografía tomada a las niñas y hago un paréntesis: si bien la ciencia aún no nos permite viajar en el tiempo –concretamente- y, por ahora, las teorías solo sirven como base de películas de ciencia ficción (que siempre me atraparon), ésta idea es lo más cercano. Pues nos permitiría viajar al momento en que se atrapó ese instante, con mucha fidelidad, siendo la evidencia de que así sucedió” comienza narrando.
A El Buen Vivir, Pepe Pugni le describe que, en ese tiempo, con 26 años de edad, era el celuloide el que guardaba el fruto de ese talento tan precoz (a los dos años ya andaba con una cámara en mano jugando a ser fotógrafo), la tecnología digital estaba lejos de arribar, con su infinidad de posibilidades actuales.
Hoy, ya con sus 59 años, decide con cuáles de las posibilidades técnicas obtendrá la imagen, si logra hallar a esas niñas del pasado. “Hay tiempo, la idea es tomar la imagen en enero, para coincidir con la fecha aproximada en la que se dio el hecho original”. Enseguida enlaza con momentos y argumentos meramente imaginarios pero conectados con la realidad: el viaje en el tiempo, el vínculo entre pasado y futuro, el montaje -en el presente- de un hecho pasado; todo ello emparentado con la ciencia ficción, que lo fascina.
«Tenemos esa imagen de hace 33 años, esa misma fotografía se puede tomar hoy, con las protagonistas en el presente. Será una imagen proyectada. Alguien podrá decir que no será muy exacta, pero prácticamente es la misma búsqueda, interpretada por las mismas personas. No será tanta ciencia ficción, sino un acierto del futuro, tal vez hay mucho divague en esta apuesta, pero no importa. Esto depende de lo que percibe la gente. Y listo«
Nos cuenta que “va muy avanzada la búsqueda, la supuesta niña que levantó el castillo me contactó diciendo que tal vez sea ella, su hermana y su prima. Al principio me entusiasmé mucho, aunque los padres de ella no pueden dar confirmación, por la ropa que vestían. También descarté otra posibilidad, de la que no coincide la edad. Hoy rondarían entre los 30 y 40 años. Todas las posibilidades están a confirmar, desvaneciéndose con el paso del tiempo. Estoy atento a que aparezcan más personas relacionadas con el hecho”.
Premio Muy Interesante
Aprovecha para narrarnos un logro. Se traslada a un momento familiar, que le proveyó un premio otorgado por una importante revista de ciencia “Antes de recibir a mi primer fruto del amor con gran felicidad, de la unión matrimonial en ese momento. Comencé la pasión ultra por la imagen y logré con la panza de embarazada una muy linda fotografía con el parque de Astra como escenario. Ésta imagen me facilitó un premio de la revista Muy Interesante: –en el número 26, en una sección en la que los fotógrafos tomaban parte citando las cámaras que utilizaban-. En ella, mi esposa embarazada de mi hija, paseaba en la placita del barrio de zona norte de Comodoro Rivadavia, en un contraluz. La titulé Vida y fue con una Kodak Fiesta”.
Enseguida, se encarga de aclarar que no era una máquina profesional. “Eso hizo que me retribuyeran con muchos elogios, fue un punto de partida y no paré más. Fue en el 2000, antes de la crisis de 2001, me profesionalicé en la fotografía porque no me quedó otra al quedar afuera de la industria petrolera (88 al 99), tanto en la empresa estatal como privada”.
Si tuvieras que citar profesionales de la imagen, ¿cuáles nombrarías?
Para los internacionales, narró una anécdota. «En el ’89, en la película Eterna sonrisa de Nueva Yersey, dirigida por Carlos Sorín, con Daniel Lee Lewis en el protagónico, hice un personaje. Ahí tuve la oportunidad de viajar con un profesional inglés, muy buscado en ese momento, que estaba en víspera de lograr un Premio Oscar. No sabía quién era, coincidimos en un colectivo, intercambiamos muchas ideas y nos hicimos amigos; hablo de Philip Bradley.
De los de acá, entre tantos, en el plano local cito a Teodoro Nürnberg (histórico profesional, del que hoy el Museo Ferroportuario lleva su nombre). Hablábamos mucho de música, cuando muchos pensaban que sólo dialogábamos de la imagen. Había mucha melomanía entre nosotros. Otro, el Chino Arturo, estábamos en la ENET Nro. 1 y el loco ya revelaba en blanco y negro. Celebro mucho haber construido con ellos”.
¿Qué te sale referenciar entre fotografía analógica y digital?
“En la digital juega un papel muy importante esta forma virtual actual, observar fotos en una pantalla tiene muchos beneficios como: la inmediatez, la economía, la selfie. Además, que ya la tenemos incorporada -la cámara- en el aparato telefónico. En el analógico, extraño el papel y ese doble momento de éxtasis: uno cuando disparaba para atraparla, y otro cuando disfrutaba en el revelado, para el que tenía que pasar una semana”.
Volvamos a la fotografía en cuestión, la que queres recrear…
“Es una ocurrencia que tuve hace un tiempo, cuando buscaba imágenes de carrovelismo y -junto a ellas- aparecían recortes de periodismo. Hice la cobertura de este deporte durante 20 años y realicé el cierre con una exposición. Razón por la cual: junté todo el material y una fotito -de 7×10 cm- se me cayó, entre todas las que recolectaba.
Eso me refrescó la memoria. Es ésta, de la que hablamos, había notado que, por encima de ese campeonato Austral, que se estaba por desarrollar en las playas radatilenses, estaban esas tres niñas, que se dedicaban a construir esculturas en arena sobre la pista. Lo que focalizó mi atención fue el corazón que desarrollaba una de ellas, el que se complementaba con los incipientes dedos de una mano, que realizaba otra de ellas, mientras que la tercera creaba un castillo bien reticulado.
Como precoces artistas fuera de la carrera, por más que sabía que el viento y la marea lo iban a diluir, incluso los mismos carros lo podían destruir, para mí ese instante fue lo más importante de la jornada que se vivía. Me sensibilizó esa escena. Resguardé la identidad de las protagonistas, ya que tuve la rapidez de cuidar la filiación de las niñas, estaban con las cabezas gachas, concentradas, con la playa y la largada de los carros como fondo.
Me refrescó la memoria inmediatamente, con la madurez que uno tiene en la actividad y, con mis pasados 50 años, hay una cierta plenitud.
Lo que vi -en ese marco de sensibilidad- es que, tal vez, más grandes, ese corazón desarrollado, la mano completa, también el castillo, la obra a pleno, el esfuerzo. Todo eso fue el disparador, dije: ¡pucha, aquí hay un paralelo con la evolución de la fotografía, del ayer y el hoy; si buscamos a estas mujeres para que realicen esta misma escultura en el mismo sitio, en la misma fecha, en enero, me encantaría poder recrearlo.
Eso me emocionó y me pareció un lindo mensaje: ésta mano que emerge de un corazón, no tiene otro destino que el abrazo.
Me recorrió un escalofrío tremendo, al imaginar que pueda darse y que haya mucha gente fotografiando (además, replicarse infinitamente con la herramienta de la telefonía celular, que traen cámaras incorporadas). Seriamos muchos tomando parte y podríamos recrear un abrazo colectivo con todos los presentes, culminando con la complementación y montaje, entre aquella imagen y la que se de en la recreación de aquel momento fijado en una fotografía.
Siempre manteniendo la fidelidad entre ambos hechos y en idéntico escenario. Estamos en tiempos en que se necesitan muchos abrazos, sentimientos positivos y unión. Las redes sociales colaboran mucho para la recreación», finalizó muy emocionado
Así, Pepe nos transmitió su quimera y -por las redes- queda circulando la imagen detenida en el tiempo, la de esas tres niñas que buscan tender un puente, entre pasado, presente y futuro.
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