Un patagónico sumergiéndose en el Sahara

Sep 6, 2022 | Bioarquitectura, Tierra | 0 Comentarios

(por Gabriela Melo)- Lautaro Lazar Vellico (viajero y explorador de este mundo maravilloso), nos invita a su recorrido en un punto específico anclado en el planeta que nos alberga: un pueblito al pie del Sahara , un respiro antes de adentrarse en esas inmensas   arenas infinitas, las cuales en su danza constante  nos comparten ese […]

(por Gabriela Melo)-

Lautaro Lazar Vellico (viajero y explorador de este mundo maravilloso), nos invita a su recorrido en un punto específico anclado en el planeta que nos alberga: un pueblito al pie del Sahara , un respiro antes de adentrarse en esas inmensas   arenas infinitas, las cuales en su danza constante  nos comparten ese movimiento eterno de cambios continuos.

Comienza relatándonos, en su camino al desierto “desde la gran ciudad de Marraquech, una forma de llegar al desierto es con movimientos organizados pasando por diferentes pueblos originarios. Es difícil ir de forma independiente, tenés que conseguir un camello, un dromedario, te podés perder y no está permitido adentrarse solo. Existen paquetes armados desde la ciudad de Marraquech.

Busqué un paquete que esté relacionado con los pueblos originarios, con el respeto a los mismos, con el trato directo con su gente y así poder colaborar con su economía.

En el trayecto pasamos por diversos pueblitos, son pocos km, pero la velocidad es de 40 km /hs, por el camino y sus condiciones. Ya desde el principio empezamos a ver aldeas construidas en barro.

Hasta la fecha se hacen así, le consulto al guía que se sorprende con mi pregunta ya que para ellos es lo más normal, toda la vida se hizo así –desde tiempos inmemoriales.

Vos miras y el paisaje es de una arcilla roja y las casas se mimetizan con el entorno ya que su materia prima es la misma. Las aldeas están moldeadas en el desierto”, continúa relatándonos expresando su propia sorpresa sobre la sorpresa del guía a su pregunta, ya que para ellos es lo más natural del mundo sus formas de habitar ese desierto.

Entramos a este pueblo de origen berebere, donde nos guía un nieto de los ancestros de esa aldea, allí nos cuenta su origen.

Parte de los bereberes de la cultura asiática, fueron influenciados por el islamismo, la mayoría son musulmanes en su doctrina. De origen nómades, se van moviendo en búsqueda de recursos y protección del clima, del sol, del viento” nos relata nuestro viajero

Busque el termino bereber, y significa bárbaro, es un término importado que le dieron los extranjeros, agrupando a todas las etnias del norte de África; ellos se denominan originariamente amazigh, que significa hombres libres (que belleza de significado)

Lautaro hace hincapié en   lo habitual de sus formas constructivas con la tierra, y como no sorprenderse, cuando acá en Argentina vemos bastante resistencia a estas técnicas que se están volviendo a usar debido a sus propiedades, al respeto a la naturaleza y tan acordes a estas épocas donde debemos decidir como consumimos y producimos en nuestras formas de habitar, debido a la urgencia climática.

Así prosigue: “Esta Aldea, era un fuerte con su castillo de esta tribu nómada, el Ksar se ubica en el punto más alto junto al cementerio, donde enterraron a su fundador y abajo se desarrolla el pueblo con su gente, sus cultivos, sus callecitas laberínticas.

Las casas tienen dos o tres pisos y según la estación del año habitaban diferentes pisos, poseen terrazas, donde desarrollan gran parte de sus hábitos sociales como fumar hachís, interactuar con la gente, tomar té, comer”

 En este punto podemos afirmar que en las culturas de las cuales provenimos era moneda corriente el uso del diseño bioclimático en sus construcciones, basado en el clima del lugar según las estaciones, los habitantes y sus costumbres.

Nuestro guía en este viaje continua: “A la fecha es muy famosa esta Aldea, es un lugar donde rodaron muchas películas y la gente del pueblo actúa como extras generando ingresos.

Aunque esta invasión turística, también genero el éxodo de los habitantes a la otra vera del rio, quedando casi deshabitada la Aldea.

Caminar estas callecitas es mágico, sus puertas son imponentes, sus ventanas misteriosas. Hace más de mil años que existe y tienen su mantenimiento desde el gobierno para preservarlo.

Cuando salimos de esta aldea cruzamos otros pueblitos, todos en barro, hoy en día está en auge el turismo al Sahara, y todo el hotelería hasta la más lujosa, están hechas en barro.

Es una locura, ‘flipee’ con lo que se puede lograr con estos materiales y la mala costumbre de nuestra cultura de creer que solo podemos construir con cemento, bloques, hierros.

hospedaje camino al Sahara

Previa a la entrada al Sahara con 42 ° esperando que baje el sol, entramos a un hotel de lujo todo construido con materiales del lugar, o sea la misma tierra que nos rodea” afirma enviándonos fotos y videos para corroborarlo.

Así nos asomamos al sur de Marruecos, a un paisaje lunar y rojizo, rodeado de cadenas montañosas en la previa al desierto más imponente del planeta.

Es en esa prolongación del propio terreno convertido en casas donde radica la belleza de los antiguos pueblos de Marruecos.

Ait Ben Haddou, pueblito milenario situado en la provincia de Uarzazat, nos deslumbra con su arquitectura, se encuentra a unos 30 kilómetros antes de llegar Uarzazat por el camino que parte de Marrakech, es uno de los ksar mejor conservados del país, que además conforma un Patrimonio de la Humanidad desde 1987 declarado por la Unesco.

¿Y que es un Ksar?  es un pueblo amurallado, formado por diferentes edificios incluidos sus kasbahs o palacios.

Su nombre responde a su fundador, Ben Haddou, quien estableció una tribu en el año 757.

Las construcciones del ksar actual pertenecen al siglo XVII, cuando se posiciona como un lugar estratégico en el Norte de África, en el camino del oro, la plata y las especias que transportaban los comerciantes entre Marrakech y el Sáhara.

Conocidas como las rutas comerciales transaharianas que milenariamente unían los territorios que hoy son Marruecos, Ghana, Malí, Níger o Sudán.

Así sus posadas, mezquita y graneros fueron el remanso necesario en el camino que deparaba meses de viaje.

Los tiempos fueron despoblando la ciudad fortificada, convirtiéndola en atractivo turístico y patrimonio de la humanidad.

Por lo que nos transmite Lautaro y las imágenes que nos llegan, podemos vivenciar el enigma de este pueblito detenido en el tiempo; sus callejuelas empedradas, sus escaleras, sus casas, la plaza, la mezquita, la posada para los nómades, el granero, los cementerios (musulmán y judío), sus torres, sus diseños geométricos, sus juegos de luces y sombras.

Su mimesis con el entorno, al ser materializada con el mismo material sobre el cual se erige: la tierra y la paja moldeando el barro.

Este laberinto de casitas de tierra con sus intensas tonalidades anarajadas y rojizas, implantado al pie de un cerro, hoy se encuentra casi deshabitado, ya que sus moradores se desplazaron al otro lado del rio Ounilla.

https://youtube.com/shorts/0Tqmsksk6Sk?feature=share

https://youtube.com/shorts/9u5iIKr8Xv4?feature=share

¿Cómo era la vida en esta ciudad? Las clases más pudientes se asentaban próximas al río, cerca de la mezquita, sus casas llegaban a desarrollarse en 5 pisos de altura y estaban muy decoradas.

Las casas de la gente de clases medias y bajas eran de una planta y de decoración austera.

En el paseo se pueden encontrar con artesanías en cuero, vasijas de barro, vidrio artesanal, herramientas de hierro.

Su tierra es de escasa vegetación en general, con abundancia de Palmeras datileras, higueras, naranjos, limoneros, almendros y manzanos.

 Como nos adelantó Lautaro, este paisaje de arcilla y piedra fortificada, es el escenario de antiguas escenas detenidas en el tiempo, para el cine.

 Lawrence de Arabia, Prince of Persia, Gladiator, Sodoma y Gomorra, la Momia, son algunas películas que encontraron su escenario natural aquí.

Y como fan de la serie El Juego del Trono, revivo ese capítulo dónde mi heroína Daenerys libera a los esclavos, en esa majestuosa entrada a la Aldea.

Acompañar a Lautaro, en este parate de su recorrido, es volver al origen de los tiempos, al camino del adobe, su presencia reivindica la permanencia de tales materiales, la naturalidad de nuestra especie en sus formas de habitar, la simpleza de contar con lo que se tiene a mano y saber que no hace falta mucho más, que lo que nos rodea si podemos ser parte con ello, nos abraza y nos cobija.

Allí esta Ait Ben Haddou, con su permanencia en el tiempo y a través de nuestro amigo patagónico en el Sahara, entregando su mensaje.

BIOGRAFIA EN PRIMERA PERSONA:

Mi nombre es Lautaro Lazar Vellico, hombre, 37 años, nacido en Rada Tilly, buscador, amante de la vida, del océano, de las sincronías, de las señales y de la magia de los detalles.
A los 17 años, ante la elección de qué hacer con mi futuro decidí estudiar ingeniería industrial ya  que se me hacía natural lo racional, los números y el orden. Pude terminar la carrera rápidamente a los 22 años. Aún me sentía adolescente/niño y ya me trataban de señor o ingeniero (¿?), título que no me resonaba.
Como la mayoría, entré a trabajar en una empresa petrolera, mis compañeros allí -de más de 30 años- me decían: Yo empecé acá a tu edad. Eso me mostró que no era por ahí mi camino.
Me propuse un objetivo, destinar los ingresos del trabajo a construirme mi techo (algo que siempre pregonaba mi viejita) y gracias a la ayuda de mis amados padres en cuatro años logré terminar mi casa.
Con 27 años renuncié a la empresa donde trabajaba, alquilé la casa, nos anotamos en una visa de Working Holiday a Nueva Zelanda con una amiga y nos sacamos un pasaje sin saber aún si nos aprobarían la visa que no fue aprobada. Y ya, con pasajes en mano, buscando opciones, nos enteramos de los voluntariados por el mundo.
Ahí empezó un nuevo capítulo de vida del que nunca se vuelve (probablemente los viajeros saben de qué hablo).Trabajos que nunca imaginaste que ibas a hacer, como vender frutillas en la calle, lavar platos en restaurantes de 5 estrellas, trabajar en un depósito de alfombras hindúes, etc., durmiendo y comiendo en paisajes diferentes, cada noche viajando a dedo con personajes que parecen sacados de un libro, compartiendo semanas o meses de viajes con viajeros que conociste hace media hora en un hostel.
Playas, bosques, caminos, rutas paradisíacas, culturas, tradiciones, comidas con sabores que te explotan el paladar, almas libres con mucho camino de vida y un aprendizaje nuevo todos los días.
Después de estar un poco menos de dos años afuera experimentando el éxtasis de la vida natural, recibo una llamada de mi tío diciéndome que le habían encontrado un tumor a mi mamá. Sin pensarlo, me compré un boleto y volví a Rada Tilly.
Allí empieza otro capítulo.
Probablemente la crisis existencial más intensa que me tocó vivir. Volver del éxtasis viajero al quincho de mis padres, sin encontrarme, sin nadie con quien compartir todo lo vivido y sin proyecto ni ganas de quedarme en Rada.
Pero el objetivo estaba claro, había venido a ayudar, a acompañar a mi mamá, y no es posible ayudar a nadie si uno no está bien consigo mismo.Recordé  lo experimentado en el último país que había  estado, en Birmania, donde  intenté la meditación Vipassanna y que, según decían, calmaba la mente.
Así que probé meditar en el quincho de la casa, sin saber bien lo  que estaba haciendo.
Lo más parecido que encontré acá fueron clases de Yoga y empecé con una profe (Jana).
 Pude encontrar un espacio interno con algo de paz y vi que por ahí indicaba el caminoPude, desde ese lugar, acompañar a mi mamá y mi alma de viajero ya encendida quería retomar esos caminos y paisajes.
Volviendo un día en bici por la playa, después de una clase de Yoga (luego de una Shavasana muy viajero) me bajo la info, como dice una amiga: «Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña”, “si no podés llegar a los viajeros, hace que los viajeros lleguen a vos”.
Así surgió el sueño de un hostel como en los que había estado conociendo a tanta gente especial, y que no había nada parecido en la zona.
Cuando se lo comenté a mi mamá su respuesta fue lo que me impulsó definitivamente: «¡Dale para adelante Lauti !” , y me lo dijo con una sonrisa grande!
Armé el proyecto, presenté la idea al municipio, el cual me apoyó.
Modifique mi casa, tome ideas de fotos de hosteles que me habían gustado en los viajes.
Todo lo que creía necesario que debía tener se fue sumando:  el diseño de los espacios para generar un ambiente con linda energía, la importancia de un buen colchón y una lámpara para cada cama, una buena ducha. Así como lo más vital para el funcionamiento: los voluntarios de distintas partes del mundo (que se conectan a través de la página workaway.info).
El 1 de Febrero del 2018 llegaron los primeros voluntarios, una pareja de franceses- Max y Lou- y nuestros dos primeros huéspedes -dos chicas francesas- que habían encontrado el hostel por Google maps . ¡¡No podía creerlo!! La materialización de una idea.
El hostel es un espacio orgánico que crece, cambia, con las sugerencias de los voluntarios, de amigos, huéspedes, viajeros y algunas que voy viendo en mis viajes.Así se suman talleres, clases, eventos y llegan personas que sintonizan con estas búsquedas.
Hay un dicho entre los viajeros: “El dinero que se gana viajando, se invierte en viajes”.Y así me siento hoy en mi casa: Viajando
¡Gracias Lautaro desde ebv!

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